viernes, 4 de febrero de 2011

UN SALTO AL VACÍO

Existe un entorno en el que todos nos sentimos bien, nos sentimos protegidos y nos sentimos seguros, es una zona con límites invisibles que nosotros mismos acotamos, como una pirámide imaginaria dentro de la cual sabemos que no sufriremos o que el sufrimiento que padeceremos será soportable porque controlamos todo lo que pasa dentro y creemos que podemos afrontar con garantías y salir airosos de cualquier imprevisto que se presente.
Cuanto más nos alejemos del centro más inseguros y/o más expuestos nos sentiremos, el área de influencia de la pirámide es más grande cuanto más alta es nuestra autoestima y más seguridad en nosotros mismos tengamos. Dar un paso fuera de nuestro entorno seguro es correr un riesgo, mayor o menor, pero un riesgo al fin y al cabo y nos asusta la asunción de un posible fracaso, tanto que declinamos su invitación y optamos por volver a nuestra pirámide, aunque esa decisión nos limite y corte nuestra autonomía.
Por cortesía de Plegueñín
Todos hemos visto jugar a los niños en el parque, hay niños que no se separan de sus padres, otros sí y van a la zona de juegos, habrá intrépidos que se muevan con libertad por todo el parque y los más audaces intentarán salir del parque, algunos (los menos) por audacia y otros sabiendo que sus padres saldrán corriendo detrás de ellos, pero todos tienen construida su pirámide de mayor o menor tamaño.
En general todos y yo me incluyo, tenemos cierta, no sé si obsesión pero sí una precaución excesiva por la seguridad y ese exceso se convierte en un impedimento para realizar todo aquello que la vida nos propone. Escondemos nuestros miedos bajo el disfraz de que hay que actuar con prudencia, pero dicha prudencia puede terminar paralizando la acción.
Cualquier decisión en ciernes tiene un poco de salto al vacío, de atravesar la frontera de nuestra seguridad y adentrarnos en terreno desconocido, cambiar de trabajo, de casa, de ciudad.. y deberíamos tener el valor suficiente para afrontar la vida sin tanta precaución, es cierto que más de una vez fracasaremos pero vivir conlleva un riesgo y mejor arriesgarse y vivir que no vivir.

Mejor un mar de lágrimas que no haber reído
Mejor un corazón roto que no haber amado
Mejor mil fracasos que no haberlo intentado
Mejor vivir y morir que vivir sin haber vivido

No hay comentarios:

Publicar un comentario