viernes, 4 de marzo de 2011

NIEVE

El día ameneció nevado como queriendo decir algo, la calle permanecía en silencio, ese silencio que únicamente cuando nieva se puede oír, los niños se apresuran para vestirse lo antes posible y salir a jugar con la nieve.
- Venga mami, date prisa. - Reclamó el pequeño, aún seguía nevando pero viendo su cara parecía que la nieve pudiera derretirse en un instante, sin haber podido combatir en la guerra que, irremediablemente, se avecinaba y en la que soñaba en convertirse en héroe de la batalla.
- Ten cuidado, el suelo estará resbaladizo y no quiero sustos. - Dijo su madre, no podía evitar lastrar con precaución las ganas de jugar, aunque la niña que no hace mucho fue, todavía deseaba con las mismas ganas que los pequeños salir a jugar con la nieve, pasear sobre ella y oírla crujir bajo sus pies.
- ¡¡¡Mamá!!! ¡dile al enano ese que se dé prisa! - Gritó el mayor desde la puerta, los amigos estaban ya en la calle y sólo ellos permanecían en casa, era el pequeño quien retrasaba su participación en la guerra y en la segura construcción de un muñeco de nieve y pensando en ello sin que su madre le viera ya había cogido una zanahoria que a la postre sirviera como nariz.
- Id bajando vosotros y ahora bajo yo con él. - No quiso seguir alimentando las ganas de bajar y que finalmente pudiera convertirse en el objetivo principal de los lanzamientos de todos. Desde unos días atrás el pequeño no se encontraba muy allá y la nevada no había caído en el mejor momento así que trataba de no dejar entrada posible al frío, más que darle abrigo parecía querer envasarlo al vacío.
El gorro tapaba las orejas, las katiuskas por debajo del pantalón, guantes impermeables, abrigo de plumas, sí, tras un último vistazo podía dar el visto bueno y ahora ya podía echarse algo por encima para acompañar a su pequeño al blanco campo de batalla.
- Mami, ¿qué es la nieve? - Preguntó mientras caminaba de la mano de su madre hacia el parque, dónde pequeños y no tan pequeños jugaban con la fría nieve.
Su madre le miró con ternura y le dijo:
- La nieve que ves son sueños, cada copo que cae es un sueño lanzado al aire y que llega al cielo, un sueño que alguien tiene por cumplir y de vez en cuando Dios los devuelve a la tierra en forma de copos de nieve y ¿sabes? si haces un muñeco de nieve es posible que uno de esos sueños se haga realidad, pero mientras haces el muñeco tienes que pensar en la persona que tiene ese sueño por cumplir.
- Mami, ya no quiero ir a tirar bolas de nieve. - Dijo el niño mientras miraba al cielo. Cada vez nevaba más fuerte y sólo los gritos de los niños jugando invitaban a seguir en el parque.
- ¿Por qué?, te encuentras mal o es que ya no quieres jugar y quieres ir a casa. - Preguntó con ganas de que la respuesta del niño fuera afirmativa. Hacía frío y era consciente de que pese a que no quería cortar unas horas de juego que, con suerte, sólo se dan un par de veces al año, no era conveniente que el pequeño cogiera más frío.
- No, mami. ¿Me ayudas a hacer un muñeco de nieve que se parezca a mí? - El chiquillo parecía esconder algo.
- Sí, cariño, ¿para qué?
- Es que... mami, ayer soñé que papa estaba otra vez aquí y nos abrazaba de nuevo y quiero que mi sueño se haga realidad.
Hacía ya algo más de 6 meses que su padre les había abandonado, tras mucho luchar no pudo con la enfermedad que finalmente acabó con su vida.
- Te voy a contar algo. - Dijo su madre.
- Antes de irse papá me dijo que su sueño era estar siempre con nosotros, así que, qué te parece si hacemos un muñeco pensando en papá y cuando esté terminado cogemos un trozo de nieve y nos lo comemos, así papá estará siempre dentro de nosotros y su sueño se habrá hecho realidad. - La madre estaba conmovida porque el pequeño había puesto de manifiesto algo que ella sabía pero que intentaba evitar, no le gustaba ver a sus hijos tristes por la muerte de su padre, no encontraba la forma de consolar ese duelo.
- ¡Vale!. - Dijo el niño.
Entre la madre y el niño hicieron el muñeco y una vez terminado comieron un trozo de nieve que formaba el muñeco.
- ¿Nos vamos? - preguntó el niño.
- Sí. - Contestó, ya llevaban más tiempo en el frío de lo que ella hubiera querido, se levantó del helado suelo y vio como su hijo pequeño cogía algo más de nieve del muñeco y la guardaba en los bolsillos.
- ¿Qué haces? ¿para qué quieres más nieve? - Preguntó curiosa la madre.
- Mami, el sueño de papá era estar con todos nosotros, llevo nieve para mis hermanos. Ellos la comerán también y así el sueño de papá se habrá hecho realidad y siempre estará con nosotros.
Cogió de la mano al niño y juntos regresaron a casa, ella sabía que él habitaría siempre en su corazón y en el de sus hijos.
Nunca olvides quien fui
Depositario de sueños
Siempre habrá un niño dentro de mí

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